Reflexiones

“A mi esposa María Ángeles, y a mis hijos Irene, Isabel, Miguel y Antonio, con amor.” – Miguel Santesmases.

“A Cynthia Page Subby, que aportó una ayuda especial para la creación de este libro.” – Wayne W. Dyer.

“¿Qué mejor regalo se puede pedir que el regalo de la vida? Más no por eso les dedico a ellos este libro… Se lo dedico por que se lo merecen…” – Jerry Lewis.

“A los 5.766 participantes de los seminarios que hemos tenido el placer de animar.” – D. Gilbert y Y. Rozé.

“Para dos nietos excepcionales, Danielle y Ryan,… y para sus padres Carole y Dana.” – Og Mandino.

 

Como habréis adivinado, los párrafos anteriores son una breve recopilación de dedicatorias que los autores, en sus respectivos libros, dedican a personas a las que, con toda probabilidad, desean mostrarles y reconocerles su afecto, su estima y como han sido principales motivadores en la realización de su obra.

 

Hermoso premio para quien ha sabido estar cerca del autor, para quien ha sabido ser fuente de inspiración y estímulo animoso en la consecución de ese fin, y, cómo no, bonita lección para cada uno de nosotros.

 

Sí, porque cada uno de nosotros, seamos escritores o no, elaboramos día a día las páginas de nuestra vida. Con esfuerzo, con empeño y hasta a veces con temor y con dudas, nos enfrentamos al día a día, a nuevas situaciones, a nuevos retos, iniciando y terminando capítulos de esa que es, nuestra más grande obra.

 

Hagamos entonces como los autores hacen, dediquemos el próximo objetivo, la próxima acción, a esa persona que está cerca de nosotros, a ese ser a quien tanto hemos de agradecer. Todos, todos lo podemos hacer, todos, aunque a veces a alguien le pueda parecer lo contrario, todos tenemos personas así, y además, toda buena acción vale, desde la más sencilla a la más relevante, lo importante es decírselo con sinceridad, con cariño y con una cálida sonrisa:

 

– El trabajo de hoy te lo dedico a ti.

– Gracias, amigo, por tus enseñanzas.

– Sin ti, no lo lograría.

– Tu recuerdo llena de amor mi día a día.

– Ven, dame la mano… ¡Vamos!

– Rafa, tú, formas parte de este éxito.

– Te dedico esta velada con todo mi amor.

– Todo irá bien, recibe mi cálido abrazo…

– Mi Propósito es tu sonrisa.

– Me hacéis sentir muy orgulloso de vosotros.

 

Estos son pequeños ejemplos de lo que cada uno de nosotros puede hacer, conscientemente, desde ahora mismo.

 

Dediquemos nuestras acciones, reforcemos el propósito de un objetivo brindándoselo a alguien querido, para que sea para éste un reconocimiento de su actuación y un homenaje a su persona.

 

 

 

                                                                                                                Antonio Gumbau